Aborigenes en la actualidad

Aborigenes en la actualidad


Mucho se ha dicho y escrito sobre este tema, pero pese a los constantes esfuerzos por parte de especialistas en el tema e incluso de los representantes de los distintos pueblos indígenas, subsiste hoy en la sociedad, la idea de que los indígenas pertenecen a un tipo de sociedad que, por razones que nunca terminan de explicarse, sobreviven actualmente como residuos de sociedades antiguas que no se han integrado completamente a la sociedad mayoritaria. En Argentina se han implementado sucesivos planes y programas de integración que según las épocas se llamaron "reducciones", "reservas", "colonias" o "misiones", y cuyo objetivo principal era la "radicación" de los indígenas a la tierra como campesinos o peones rurales. Pero estas políticas de “igualar” la diferencia fracasaron de unos años a esta parte, tal cual lo demuestra el resurgimiento de las comunidades indígenas, el fortalecimiento de sus formas organizativas propias y su accionar como actores políticos tanto en el orden interno como en el plano internacional.



Si bien no existe acuerdo sobre el significado de los términos Pueblos Indígenas, ni sobre la necesidad de definirlo, a nivel internacional se han dado algunas definiciones. Una de ellas es la proporcionada por quien es el Relator Especial de Naciones Unidas, Sr. José Martínez Cobo, quien sostiene: “Las comunidades, pueblos y naciones indígenas son aquellos que, teniendo una continuidad histórica con las sociedades previas a la invasión y colonización que se desarrollaron en sus territorios, se consideran a sí mismos distintos de otros sectores de las sociedades que prevalecen actualmente en esos territorios, o en partes de los mismos. En la actualidad constituyen sectores no dominantes de la sociedad y están determinados a preservar, desarrollar y traspasar a futuras generaciones sus territorios ancestrales y su identidad étnica, como base de su continua existencia como pueblos, de acuerdo con sus propias pautas culturales, instituciones sociales y sistemas legales".



Los Estados han incorporado el autorreconocimiento como criterio fundamental para la definición de indígena, esto es: la conciencia de que los mismos tienen de su identidad. Estos cambios han sido receptados por el Convenio 169 de OIT que en su artículo 1.2. establece: "La conciencia de su identidad indígena o tribal deberá considerarse un criterio fundamental para determinar los grupos a los que se aplican las disposiciones del presente convenio".



Es muy importante destacar que el rasgo distintivo de los pueblos indígenas es su aboriginalidad, esto es, la característica de ser los primeros habitantes de los territorios que habitan.



Las comunidades indígenas expresan día a día su voluntad de preservar la diferencia cultural que los distingue de otros grupos sociales y se encuentran decididos a fortalecer sus instituciones sociopolíticas para conseguirlo. Al mismo tiempo, aspiran a desarrollar, en el seno de las sociedades nacionales de las que forman parte, nuevas pautas de convivencia social en la diversidad.



Para tal fin reivindican una nueva normativa que dé cabida a sus "derechos especiales" sin menoscabo de los demás derechos del ciudadano.



Por ser sociedades aborígenes, los pueblos indígenas no sólo reivindican la ocupación continua de tierras ancestrales o al menos de parte de ellas, sino también la calidad del vínculo que los une. Las tierras, el hábitat, el paisaje, el territorio, son la condición indispensable para el mantenimiento de su identidad como pueblo.



                                         Los mbyá


Unos tres mil guaraníes viven actualmente en lo que resta de selva en la provincia de Misiones. Tienen parientes en zonas limítrofes del Brasil y el Paraguay.

Sus antepasados llegaron al territorio argentino a fines del siglo XIX, desplazados por los colonos paraguayos, que poco a poco fueron ocupando sus tierras. Junto a los chiripá y a los paí-kaiová del este del Paraguay y del sur brasileño, los mbyá pertenecen al grupo de los indómitos cainguá o “monteses”, aquellos guaraníes que –refugiados en lo profundo de la selva- se mantuvieron lejos del sometimiento de los conquistadores y de la evangelización de los jesuitas.

Los mbyá son quienes conservaron más elementos de la cultura tradicional, en especial el idioma guaraní, que hablan en un dialecto muy antiguo. Hoy están arrinconados en tierras privadas o fiscales,, en constante peligro de desalojo. Sus aldeas son pequeñas, y las antiguas malocas fueron reemplazadas por simples casas para cada familia. Siguen trabajando la tierra con el sistema de roza y quema, paro ahora usan machetes, hachas y azadas que compran en las ciudades. De ese modo cultivan las plantas tradicionales y otras traídas por los europeos, como la caña de azúcar. Cuando pueden, pescan, cazan con trampas y armas de fuego y –como sus ancestros- buscan miel silvestre y recolectan en el monte nueces, frutas, huevos y larvas. Pero las plantas comestibles, los peces y otros animales escasean debido a la destrucción de la selva y por la situación de arrinconamiento que impide a los indígenas desplazarse libremente.

Por eso, sus principales fuentes de ingresos proviene de la venta de artesanías, especialmente cestos, collares de semillas y figuras de animales talladas en madera. También se emplean como hacheros en los obrajes, y para levantar las cosechas.

Como el guaraní es el primer idioma que aprenden, muchos chicos no hablan castellano, tienen escuelas bilingües, pero no siempre se dictan clases de todos los grados.

Su situación sanitaria es normalmente mala, con abundancia de enfermedades debidas a la pobreza y agravadas por la desnutrición.

Los payés siguen siendo responsables de curar con yuyos, atraer las lluvias, adivinar el futuro, propiciar buenas cosechas, dirigir los cantos y danzas rituales y dar un nombre guaraní a los recién nacidos, nombre que mantienen oculto bajo otro, sacado del Santoral Católico.

Aunque muchos mbyá se han convertido al cristianismo, otros –especialmente gente de más edad- conservan las antiguas creencias.

Los intentos por participar en las sociedades nacionales se ha visto obstaculizado por intereses económicos y actitudes discriminatorias, como vemos en los siguientes ejemplos. En 1983, fue asesinado Marçal de Souza, líder de los mbyá del sur del Brasil; al parecer, fue por órdenes de un hacendado al que molestaban sus reclamos de tierras. Otro incidente, meno trágico pero de todos modos grave como muestra de discriminación, fue recogido en mayo de 1997 por los diarios argentinos. En esos días, el cacique Teodoro Martínez, de la comunidad aborigen Fracrán, denunció que el intendente de ola localidad de San Vicente (provincia de Misiones) impidió la participación de los mbyá de ese grupo en un campeonato local de fútbol.

Existe otro grupo de origen tupí-guaraní: los chiriguanos. Viven mayoritariamente en la provincia de Salta y constituyen una cultura básicamente similar a la de los mbyá.

Otra tribu emparentada con los guaraníes, los tobas, habitan actualmente Chaco, ellos también sufren la discriminación, la pobreza y la disputa de tierras.

Herencia guaraní

La influencia de los guaraníes sobre otros indígenas y sobre los propios conquistadores fue enorme y sigue hasta el presente.

Hoy, hablan guaraní cinco millones de criollos de Paraguay, el Brasil y las provincias argentinas de Misiones, Corrientes y Formosa. Además, en muchas parte de la región pampeana, palabras de esa lengua denominan a grupos indígenas, lugares, animales y plantas locales; son los nombres que les daban los guías guaraníes que participaron en la Conquista española durante el siglo XVI, o los mestizos llegados desde el Paraguay con Juan de Garay, fundador de Santa Fe y de la segunda Buenos Aires. Muchas de esas palabras no tiene equivalentes en castellano.

Otra herencia guaraní es el famoso che, que –aunque también se usa en el Paraguay y parte del Uruguay- identifica inmediatamente a los argentinos en el exterior. Significado yo o mi, y su sentido actual proviene de una mezcla de castellano y guaraní: “Hola, che amigo”, por ejemplo significa “Hola, mi amigo”; pero luego, por abreviatura, quedó “Hola, che”.

La población criolla de partes de la Argentina, Paraguay y Brasil consume diferentes formas de mandioca dulce, y con su harina se preparan varias comidas típicas de origen guaraní, entre ellas el mbery –especie de torta frita- y el chipá, un bollito que en los últimos años se ha popularizado en grandes ciudades como Buenos Aires.

Pero en materia de alimentación, lo más notable es la costumbre guaraní de tomar mate, que se arraigó especialmente entre los criollos del Paraguay, del sur de Brasil, del Uruguay y de la Argentina; en grupos indígenas chaquenses, pampéanos y patagónicos, y luego los inmigrantes europeos. La caá o yerba mate crecía naturalmente y los guaraníes bebían su infusión fría en calabazas, por medio de cañitas acabadas en un filtro de fibra vegetal. Al principio, os jesuitas pensaron que era una “bebida del Demonio” pero pronto advirtieron sus ventajas, comenzaron a cultivarla y se convirtieron en sus grandes divulgadores.

Entre los criollos quedaron también creencias guaraníes. La selva, con sus misterios, siempre fue un lugar propicio para leyendas de apariciones y fantasmas. Con los malignos añás a demonios aborígenes se mezcló la creencia europea de las almas en pena, y se produjo un riquísimo folklore de personajes maravillosos como Yacy Yateré (secuestrador de niños y seductor de muchachas), Caá-Porá (protector de la fauna), Curupí (que ataca a las mujeres), Teyú-Yaguá (con aspecto de yacaré), Pirá-Ñu (pez que vuelca las canoas) y muchos más.



Mascara chiriguano-Chané. Muchas de estas artesanías se convierten en adornos de las cosas urbanas, donde a veces se desconoce su origen guaraní